De igual forma, la Escritura afirma que el Hijo, igualmente con el Padre, es el primero y el último; es omnipresente, inmutable, todopoderoso; es incomprensible, absolutamente santo, indefectible; es el Creador, Preservador y Gobernador de todas las cosas en el cielo y en la tierra; es el Escudriñador de todos los corazones; el Juez final, y el que recompensa la vida y muerte eterna. Ahora, el que posee tales dominios y ejerce tales funciones, necesariamente debe ser Dios. Pero no hay dos Dioses. Por tanto, el Hijo es uno con Dios, y es Dios.
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Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. 100 Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos. 101 Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. 102 No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes. 103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus pala
¡Son más dulces que la miel a mi boca! (Salmos 119:96-103)
20 Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra
eficazmente en nosotros, 21 ¡a El sea la gloria en la iglesia y en Jesús de Nazaret por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén. (Efesios
3:20-21)
Padre revélame tus secretos. (Daniel
2:28)
Revélame lo secreto y lo profundo (Daniel 2:22) y permíteme
entender los secretos mantenidos desde la fundación del mundo. (Mateo 13:35)
Ayúdame a entender y a conocer tu Palabra, y que la aprenda por medio de tu revelación, que la discierna por medio de tu
revelación.
Que se rompan los sellos de tu Palabra para mí (Daniel
12:9)
Déjame entender y recibir revelación de tu voluntad y tu propósito para mi vida. Dame el espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Jesús, y que sean abiertos los ojos de mi entendimiento. (Efesios
1:17)
Déjame entender las cosas celestiales (Juan
3:12)
Abre mis ojos para atestiguar las maravillas de tu palabra. (Salmos
119:18)
Permíteme conocer y entender los misterios del Reino (Marcos
4:11),
Déjame hablar revelación a otros (1Corintios
14:6).
Revela tus secretos a tus siervos los profetas (Amos
3:7).
Que lo oculto se haga manifiesto (Marcos 4:22).Revélame lo
oculto que impide mi crecimiento, y mi madurez. Revélame lo que impide tus bendiciones en mi vida.
Revélame los planes ocultos de los hombres que puedan dañarme y no me dejes caer en la trampa.
Esconde tus verdades de los sabios y entendidos y revélales a los niños (Mateo 11:25).
Que tu brazo se revele en mi vida (Juan
12:38).
Revélame lo que me pertenece (Deuteronomio
29:29).
Que tu Palabra me sea revelada (1 Samuel
3:7),
Que tu Gloria se revele en mi vida (Isaías
40:5),
Que guarde el derecho y haga justicia para que llegue tu salvación y tu justicia se revele en mi vida (Isaías
56:1)
6 De todo esto he tenido noticia, ¿y no voy a proclamarlo? »Desde ahora me harás conocer cosas nuevas; cosas que me son ocultas y desconocidas. (Isaías
48:6)
8«Me harás entender y me enseñarás el camino en que debo andar; sobre mí, fijaras tus ojos. (Salmos
32:8)
3 "Clamo a tí y tu me respondes, y me darás a conocer cosas grandes y ocultas que yo no sé."
(Jeremías 33:3)
2 No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a
conocerse. (Lucas 12:2)
12 Y en todo momento el Espíritu Santo nos enseña lo que debemos responder.» (Lucas
12:12)
26 El Consolador, el Espíritu Santo, a quién el Padre envía, nos enseña todas las cosas y nos
hace recordar todo lo que Él ha dicho. (Juan 14:26) 20
Todos nosotros, en cambio, hemos recibido la unción del Santo, de manera que conocemos la verdad. (1 Juan
2:20)
27 En cuanto a nosotros, la unción que de él recibimos
permanece en nosotros, y no necesitamos que nadie nos enseñe. Esa unción es auténtica —no es falsa— y nos enseña todas las cosas. Permanecemos en él, tal y
como él nos enseñó. (1 Juan 2:27)
22 y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le
agrada. (1 Juan 3:22)
15 En cambio,
soy espiritual y lo juzgo todo, aunque yo mismo no estoy sujeto al juicio de nadie, porque 16 «¿quién ha conocido la mente de Dios para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos
la mente de Jesucristo. (1 Cor 2:15-16)
24Y un siervo del Eterno no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no
propenso a irritarse. (2 Timoteo 2:24)
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