El Cuarto Cuadro
Este cuadro habla de un cristiano que ha encontrado paz y redención perfecta por medio del sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gal. 6:14). Jesús murió en la cruz para que nosotros también seamos muertos a los pecados, vivamos en la justicia (1 Ped. 2:24) un cristiano crucificado al mundo. Se nos manda "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gal. 5:16-25). El pilar al cual el Señor fue amarrado después de que le desnudaron, está representando en este cuadro del corazón, así como los látigos con los cuales le azotaron cruelmente. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive cristo en mí…” (Gal. 2:20), “Muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Col. 3:3). “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rom. 6:11).
CRUCIFICADO CON CRISTO
Herido por nuestros pecados porque “el castigo de nuestra paz fue sobre él”. Herodes y su gente se hicieron la burla de él. Y después de haberle azotado, le encajaron una corona de espinas sobre su cabeza en vez de coronarle con una corona de oro, y pusieron una caña en su mano derecha, en lugar de báculo de rey, e inclinaban la cabeza delante de él y se hacían la burla diciendo: “¡Salve, Rey de los Judíos!”. Le escupieron y quitándole la caña le herían la cabeza. Después de que ellos se hicieron la burla de él de una manera vergonzosa y cruel, le llevaron para ser crucificado.
Hay muchos llamados cristianos que oran en las iglesias, toman parte de la cena del Señor, cantan los himnos de Dios y aún, por sus malas obras, constantemente crucifican a su Salvador nuevamente. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 7:21 -27).
En este cuadro también encontramos la bolsa de dinero que pertenece a Judas, quien traicionó al Señor Jesús y le vendió por treinta piezas de plata, porque el amor del dinero había capturado su corazón y cegado su mente. La linterna, las cadenas, etc. fueron usadas por los soldados que tomaron preso a Jesús de noche. Los dados, tan a menudo usados para las apuestas, fueron usados por los soldados cuando echaron suertes para sus vestidos, así cumpliendo la palabra profética de Dios “Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes” (Sal. 22:18). Tomaron todo lo que pertenecía a Jesús, pero a Él mismo le rechazaron diciendo “No queremos que éste reine sobre nosotros”.
La humanidad en general está ansiosa de recibir todas las bendiciones de Dios, toda la lluvia y toda la luz solar, pero no quieren someterse al dominio absoluto de Dios. Para muchos, Dios es bueno solamente para ayudar en tiempos de dificultad y desesperación.
Con la lanza, los soldados perforaron su lado y corazón “y al instante salió sangre y agua” (Juan 19: 33-37). Antes de que el gallo cantara, Pedro había negado a Jesús tres veces, pero más tarde se arrepintió con llanto amargo, ¿esta Ud. confesando a Jesús por palabra y obra? ¿O tiene Ud. vergüenza de hacerlo ante los hombres?. Jesús dijo: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 10:32-33).
Jesús dijo también “Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (Mat. 10:38). Benditos son los que se paran sobre la roca, Jesucristo!
Roca de la eternidad Fuiste abierta para mí.
En tu lado escóndeme, que con lanza herido fue.
De mi culpa y su Poder, Con tu Sangre Lávame.
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